Notes
INTI RAYMI, UNA ANALEPSIS
Ingrid se dio cuenta que no podía escuchar ni la voz ni la respiración de Hugo. Como le echó un vistazo a través de la cueva, se dio cuenta de los demás. El Diabluma continuaba su danza frenética y la luz roja arremolinaba y daba vuelta contra la pared de la cueva. En un instante, el Diabluma paró su danza abruptamente y la luz alumbró la pierna inmóvil. Era la pierna de Hugo. Cuando Ingrid vio que la Diabluma andaba hacia el cuerpo de Hugo, un profundo miedo estalló en los niños y se escondieron detrás de las piedras de memoria donde se chillaron en un coro de gritos susurrados. “¡Hugo está muerto!” “¡El Diabluma se lo lleva!” “¡Tenemos que llamar por ayuda!” “¡Ya huimos!” “¡Basta ya!’ Mientras que los niños corrieron de prisa de la cueva, el Diabluma recogió el cuerpo de Hugo. Mirando hacia atrás, Ingrid notaba una escena conocida. La luz roja iluminaba una pintura rupestre que mostraba cuatros personas saliendo de una cueva debajo de un sol y las estrellas. Escapando de la cueva, los niños corrieron todo el camino a sus casas sin palabra.
Cuando Daniel entró a su casa, todos ya se habían acostado. Sabía que no debía molestar sus padres y decidió a despertar su hermano mayor. Él le imploró que regresaran a la cueva. Con linternas, se acercaron sigilosamente a la cueva, pero no encontraron ni un rastro del Diabluma y Hugo. Daniel anduvo a su casa en silencio y preocupado por el futuro. En casa, Daniel tuvo un sueño irregular con imágenes de bestias incomprensibles y un grito de “¡Pon orden en la Pachamama!” Cuando se despertó, lo llenó de miedo.
Daniel estaba comiendo con su familia cuando eschucaron a Ingrid y otros que se habían reunido en la puerta. “Daniel, ven ahorita. No lo vas a creer.” Hubo un golpe en la puerta, Ingrid, casi gritando, dijo “Daniel, ya.” Abriendo la puerta en la luz cegadora, manos casi sin cuerpos incorpóreas agarraron y sacaron a Daniel. Juntos, los niños marcharon a la casa de Hugo. Anduvieron hacia la entrada principal que estaba abierta y lo vieron……a Hugo, su pierna izquierda cubierta en vendas.
Daniel soltó un soplado y exclamó, “¡En serio....no es una broma! Te vimos en el suelo de la cueva. ¿Qué pasó anoche?” Hugo respondió, “No lo recuerdo. La última cosa que recordé fue la Diabluma. Me desperté en mi cama. Cuando fui a la cocina a desayuna, mi mamá me preguntó donde recibí yo mi herida. Le conté que ocurrió mientras estábamos jugando ayer. No puedo decir que vimos la Diabluma en las cuevas. Ella dirá que cometí un pecado.” Ese día, los niños se escondieron y habían decidido guardar los eventos de la noche. Nadie sabia la verdad y todas las respuestas parecieron como una broma a lo más. Y así fue, aunque los niños juraron que verían señales, un rayo rojo de luz o una sombra que bailaba.
En la actualidad, Daniel y Gala atraparon a Hugo. Mientras que Gala agarró los brazos de Hugo, ella le gritó, “¡Traidor!. ¡Tu contaste a tu mama! ¡Y la mía!
Hugo contestó, “Lo juro.”
Gala continuó, “¿Por qué tu mamá me echó un ojo como pantera? ¿Por qué me llamó mi mamá una niña mala?
Los sonidos de los gritos llenaron la cueva. De pronto, una voz fue al grano, una voz profunda, una voz bien conocida. El chamán dijo, “¡Niños, basta! ¡Basta de estas tonterías! ¡Sálgase de la cueva ahorita!”
Uno a uno, los niños salieron de la cueva y entraron en un mundo bien conocido, pero todavía se sorprendieron al ver, junto con el Chamán, las madres de Gala y Hugo, y el Diabluma del año pasado. El Chamán dijo bruscamente, “Vos andáis contra los pájaros y entráis en las sombras. No respetasteis la Pachamama y el Diabluma reintroducirá orden a Pachamama.” El Diabluma comenzó un baile y se movió hacia la cueva, llevando una linterna roja en su mano izquierda. La mamá de Gala les dijo a los niños, “Chicos, sabemos lo que pasaba el año pasado con la herida de Hugo pero vos debéis suplicaros enfrente de chamán para remediar el poder de esta huaca.” Uno a uno, los niños se pusieron a llorar hasta que Daniel empezó a contar.